sábado, 22 de octubre de 2011

Querer

Querer es algo que hacemos sin pensar. Simplemente, lo haces y se acabó.
Cuando llega ese alguien a tu vida que te roba el corazón de un día para otro, y ni si quiera sabes por qué, es cuando empiezas a plantearte ese abanico de preguntas que existen referentes a dos palabras tan sencillas como un “te quiero”.
Un “¿por qué me quieres?” suele ser la pregunta que todos nos hacemos. Aunque lo cierto es, que preguntas como ésta no llegan a tu cabeza hasta que no te paras a pensar en todo lo que hace ese alguien por ti. Es entonces cuando te das cuenta de que alguien te quiere, y te preguntas por qué.
Tú sabes tus defectos, tú sabes tus fallos, tú sabes tus errores cometidos… y pasas a pensar que ese alguien te quiere porque aún no conoce esa faceta tuya. Y te entra miedo. Miedo a que te conozca, miedo a que sepa de tu vida, miedo a que deje de quererte por alguno de tus defectos.
Y aunque ese miedo existe, cuando tienes la certeza de que ese alguien es la persona con la que deseas compartir tu vida, sabes que no puedes tener secretos para ella. Y pasa el tiempo, y cada vez sabe más y más de ti. Y aún te quiere. Aún está contigo. Y la duda de “¿por qué me quiere?” aumenta por momentos.
Piensas que no te mereces tanto cariño, tanto amor. Pero ese alguien piensa que mereces todo ese afecto y mucho más. Y no lo entiendes. Y cuando llega el momento en el que le has dado tantas y tantas vueltas a esa pregunta que no puedes más, es cuando le preguntas a tu pareja: “¿por qué me quieres?”
Y nunca, nunca, encontrarás una respuesta que te deje satisfecho. Porque hay muchos motivos por los que querer a alguien. Motivos tan sencillos como el simple hecho de que te dirija la palabra o que te mire, sólo a ti, entre un montón de gente. Y nadie sabe explicar el amor que siente por otra persona tanto como quisiera.
El amor es así. Complicado, difícil, incomprensible, indescriptible…

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