viernes, 28 de octubre de 2011

19 años

Hoy es mi cumpleaños y debería ser la niña más feliz del mundo. Pero no sabría decir si lo soy o no.
Voy a ratos, tengo demasiados cambios de humor constantemente como para saber yo misma cómo estoy, si estoy bien o mal.
Mi propia médica me ha dicho que hoy, esta mañana me sonreían hasta los ojos, y puede que sea verdad, pero tampoco sé cuánto me puede durar esa sonrisa, esa felicidad.
Normalmente el día de mi cumpleaños me levantaba con la mejor de mis sonrisas. Tenía el ánimo por las nubes solo por el hecho de que ya tenía un año más. Pero este año algo ha cambiado y aún no sé el qué. No me he levantado con ninguna sonrisa, de hecho ni si quiera me he levantado a la hora que debería; si no que me he quedado en la cama medio dormida dejando que pasaran las horas. No sé en qué momento apareció mi sonrisa, solo sé que fue aumentando a medida que mi gente se acercaba corriendo hacia mí solo para abrazarme y darme sus más sinceras felicitaciones. Y, por el momento, a las 14:10, mi sonrisa y buen ánimo sigue adelante...
Ahora, a las 22:43, no me encuentro bien. Mi cuerpo me pide estar tumbada con los ojos cerrados, escuchando música triste y ausente de todo y de todos.
Mi ánimo pegó su bajón del día aproximadamente a últimas horas de la tarde. ¿Por qué? No lo sé. Quizá por dar tantas vueltas en el Toy's Rous en busca de un regalo para mis "primitos", o quizá porque mi bajada de ánimo diario ya tocaba. Y el hecho de ponerme mal, me ha hecho ponerme peor al pensar que no soy capaz de estar todo un día bien, ni si quiera el día de mi cumpleaños.
Supongo que cumplir 19 años no es tan especial como los 16 o los 18 años, pero esperaba tener la misma ilusión que tengo cada año en esta fecha. Y, por más que lo pienso, no entiendo por qué me siento así. Me duele la tripa, me duele la cabeza, estoy demasiado cansada y baja de ánimo... Y no debería ser así. He tenido los mejores regalos que podía tener. Una llamada de mi tito, una tarde con mis amigos, un regalo de mis hermanos, felicitaciones a patadas, abrazos a montones y mi chico sigue diciéndome sus más dulces "te quiero".
Aunque solo hubiera sido por un día, me hubiera gustado estar bien hasta el final.

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