domingo, 26 de abril de 2009

Jamás te olvidaré

Siempre sonreías, nadie era capaz de borrar esa sonrisa de tu boca. Siempre estabas feliz, a pesar de lo que pudiera pasar. Disfrutabas cada día como si fuera el último.
Me fascinaba tu forma de ser, y de alguna manera, quería ser como tú. No siempre estaba contigo, y es posible que no te conociera muy bien, pero siempre que estábamos juntas me hablabas con una sonrisa y me decías que todo iba bien, que tú estabas bien.
No siempre te creía. Escuchaba a la gente decir que no estabas bien y siempre me preguntaba por qué tú decías lo contrario. Escuchaba que no siempre podrías aguantar todo eso, que necesitabas medicamentos, cuidados… Entonces no entendí hasta que punto llegaba la situación.
Un día al volver de clase llamaron al teléfono. Fue mi madre quien contestó. Estaba en mi cuarto cuando me lo dijo.
Ya no estabas aquí, ya no podría verte, ya no podría hablar contigo, no podría volver a ver tu sonrisa aunque solo fuese una vez más…
No pude moverme. Mi cuerpo no reaccionaba. Quise decir algo, pero no podía hablar.
No.
No quiero creerlo.
¿Por qué a ti?
No es justo… no lo merecías. No le hacías daño a nadie. Sólo sonreías y hacías que los demás sonreiran contigo. Vivías feliz y hacías que los que vivían a tu alrededor lo fueran también.
Fui a verte por última vez. Sabía que sería la última, sabía que ni si quiera podría tocarte, que tendría que verte tras un frío cristal. Sabía que sería doloroso, pero tenía que hacerlo, tenía que verte, tenía que decirte adiós… No sé si seré capaz de perdonarme alguna vez no haber podido decirte lo mucho que me fascinabas, lo mucho que me encantaba tu forma de ser, lo mucho que te apreciaba…
Estés donde estés, quiero que sepas que jamás te olvidaré. Tu sonrisa la guardo en mi mente. Todo el cariño que me diste aun cuando apenas habíamos hablado un par de veces, siempre estará en mí. Y quiero darte las gracias por haber hecho feliz a tanta gente, entre otras personas, a mi familia, y a mí.
Te quiero.

Nuestro atardecer

De pie junto a la ventana, contemplando la luna llena que se muestra limpia en el cielo, sobre mi ventana. Con la mirada perdida en ella, sin escuchar nada más que la suave brisa de la calle. Recuerdo las noches contigo. Horas y horas frente a un ordenador, solo para estar contigo. Reíamos, hablábamos… Nos gustaba imaginar que un día, juntos, veríamos un atardecer. Un atardecer con el que siempre me hiciste soñar.
Miro la luna y lo recuerdo todo. Te echo de menos.
No quiero pensar que ese tiempo lo he perdido, que ya no volverá… No. Quiero pensar que estás demasiado ocupado como para estar más tiempo conmigo, o yo contigo.
Quiero seguir soñando con que, un día, todo aquello que soñamos juntos se hará realidad.
Porque echo de menos ser tu pequeña lunita, por que echo de menos que seas mi pequeño winnie…
Porque seguiré mirando cada noche la luna, soñando con que tú, también la estés mirando.
Por todas aquellas Buenas Noches a tu lado, seguiré soñando con nuestro atardecer…

viernes, 24 de abril de 2009

Parte de mi vida

Cuando todo va mal, nunca esperas que alguien aparezca para darte la mano y ayudarte a salir de todo el mal que te rodea. Nunca esperas encontrar a alguien que lo de todo por ti, que haga hasta lo imposible por tenerte, y que, si te pierde, esté dispuesto a morir…
Yo lo encontré. Encontré a esa persona que me sacó de la oscuridad, que me ayudó a ver más allá de lo que podía ver, que me ayudó a encontrar esa sonrisa que hacía tanto tiempo que había perdido…
Cuando le tenía a mi lado me sentía tan feliz, que no encontraba nada malo a mi alrededor. Solo podía sonreír, mirarle a los ojos, y pensar que no podía dejarle escapar. Me gustaba cerrar los ojos cuando él me abrazaba. Sientes que podrías hacer cualquier cosa por sentir esa sensación eternamente, por no perder nunca esa sonrisa de tu boca, que hace que él se sienta feliz.
Nunca piensas que eso se puede acabar, nunca llegas a imaginar una mala situación al lado de esa persona que te haga decidir dejarle, olvidarle o alejarte. Nunca hasta que lo vives.
Y se acabó.
Piensas que es lo mejor, que así todo irá bien, que nada tiene por que salir mal…
Y no es así.
Entonces lo das todo por no dejarle morir, por no dejarle caer, por no perderle completamente, por asegurarte a ti misma que siempre tendrás una parte de él, y que siempre podrás ayudarle estando a su lado. Pero no sale bien. Las cosas no van bien. Te duele. Me duele. Pero vuelvo, una y otra vez vuelvo a ti, como si fueras lo único de mi vida.
Días enteros pensando en ti, buscando una solución, buscando algo para hacerte feliz, y no lo encuentro.
Trato de alejarme de ti, y no lo consigo.
Después de todo esto acabo comprendiendo que formas parte de mi vida, y nadie puede vivir sin una parte de ella, ¿no?

Suspiros de noche

Tumbada en mi cama, mirando al techo, con las sábanas cubriéndome hasta la cintura… y sólo puedo pensar en ti. Mi cuerpo y mi mente me dicen que debo dormir, que tres noches pensando son suficientes, que necesito descansar. Pero mi corazón me dice que no puede parar, que sólo sabe pensar en ti y que si no fuera por ti, dejaría de latir…
Suspiro.
Cierro los ojos. Te veo. ¿Por qué siempre estás ahí? Me pregunto si mi corazón miente, si podría vivir sin ti. Te olvido, te aparto de mi mente… Empieza a faltarme el aire y no siento nada, no siento las sábanas rozando mi cuerpo, ni mi corazón latiendo.
Me incorporo rápidamente, abro los ojos y te recuerdo. Vuelvo a sentir el aire entrando en mi cuerpo, y los suaves latidos de mi corazón en mi pecho. Entonces entiendo que te necesito. Que necesito tu mirada para sentirme querida, que necesito el roce de tu cuerpo para sentirme viva.
Suspiro.
Cada parte de mí añora tus caricias y espera un nuevo encuentro para saborear cada parte de tu cuerpo como si fuera la última vez. Recuerdo cada día a tu lado, cada palabra, cada gesto, cada mirada… Sé que jamás podré olvidarte, que nunca me iré de tu lado, pues comprendí que sin ti, mi corazón no quiere vivir.
Suspiro una última vez, para caer dormida en un sueño del que jamás te irás…