sábado, 29 de octubre de 2011

Al límite

“¿Qué ha pasado que no siento?
He perdido algo y no lo encuentro.
Ha pasado de ser un juego,
a una herida llena de veneno.
De los versos de un suicida,
a escribir para salir con vida.
Una risa desencajada,
se tornó mueca de llorar por nada.
[…]
¿Dónde estará, qué droga será?
para sonreír una vez más.
Quiero volver a ser el que un día fui,
vivir sonriendo y no sobrevivir.
Préstame tú, tu claridad
antes de que llegue la oscuridad.
[…]
Volverse loco es fácil.
[…]


Esta canción es la que hoy ha marcado mi vida. Así me siento. He perdido algo que me lleva a hacer ciertas locuras que no quiero hacer, y ni si quiera sé que es eso que tenía antes, eso que me hacía ver la vida de otra manera, de una manera mucho más alegre y llevadera.
Algo que antes consideraba un “juego”, algo sin importancia, sin peligro; ahora se ha convertido en algo que pone en juego mi vida. Algo que se podría considerar “un veneno”.
Quizá yo no escriba versos ni poemas, pero sí escribo para sobrevivir, para tener algo en lo que plasmar mis pensamientos cuando estoy sola.
Ofrezco al mundo mil y una sonrisas, pero la mayoría de ellas no son de corazón. Quizá porque no es mi mejor momento, o quizá porque ya no sé lo que es ser feliz. Llorar se ha convertido en mi día a día, y por tonterías por las que antes me reía.
Quisiera encontrar algo que me hiciera sonreír, algo que me ayudara a salir de donde quiera que esté. Y, sinceramente, me daría igual lo que fuera.
Quiero volver a ser la niña que le encantaba a todo el mundo por esa sonrisa permanente que duraba en mi cara día tras día, pasara lo que pasase. Quiero volver a salir de casa con ganas, quiero tener la fuerza que tenía antes para ayudar a la gente a salir adelante, quiero sonreír de verdad, quiero seguir viviendo sin tener la sensación de que lo único que hago es pasar los días por “obligación”, es decir, sobreviviendo; quiero volver a mi vida de antes.
Necesito que alguien me dé algo, aún no sé el qué, para no caer en una oscuridad eterna de la que ya no podré volver. Una oscuridad en la que no quiero entrar, pero cada día estoy más dentro de ella. Y aunque nadie lo crea, no quiero hacerlo. Estoy asustada, asustada de mí misma; y eso es algo que no me había pasado nunca.
Me siento como una loca que hace las cosas sin motivo. Una loca que no sabe lo que hace y tampoco sabe explicar por qué lo hace. Una loca que perdió el rumbo de su vida y ya no sabe cómo encontrarlo.

viernes, 28 de octubre de 2011

19 años

Hoy es mi cumpleaños y debería ser la niña más feliz del mundo. Pero no sabría decir si lo soy o no.
Voy a ratos, tengo demasiados cambios de humor constantemente como para saber yo misma cómo estoy, si estoy bien o mal.
Mi propia médica me ha dicho que hoy, esta mañana me sonreían hasta los ojos, y puede que sea verdad, pero tampoco sé cuánto me puede durar esa sonrisa, esa felicidad.
Normalmente el día de mi cumpleaños me levantaba con la mejor de mis sonrisas. Tenía el ánimo por las nubes solo por el hecho de que ya tenía un año más. Pero este año algo ha cambiado y aún no sé el qué. No me he levantado con ninguna sonrisa, de hecho ni si quiera me he levantado a la hora que debería; si no que me he quedado en la cama medio dormida dejando que pasaran las horas. No sé en qué momento apareció mi sonrisa, solo sé que fue aumentando a medida que mi gente se acercaba corriendo hacia mí solo para abrazarme y darme sus más sinceras felicitaciones. Y, por el momento, a las 14:10, mi sonrisa y buen ánimo sigue adelante...
Ahora, a las 22:43, no me encuentro bien. Mi cuerpo me pide estar tumbada con los ojos cerrados, escuchando música triste y ausente de todo y de todos.
Mi ánimo pegó su bajón del día aproximadamente a últimas horas de la tarde. ¿Por qué? No lo sé. Quizá por dar tantas vueltas en el Toy's Rous en busca de un regalo para mis "primitos", o quizá porque mi bajada de ánimo diario ya tocaba. Y el hecho de ponerme mal, me ha hecho ponerme peor al pensar que no soy capaz de estar todo un día bien, ni si quiera el día de mi cumpleaños.
Supongo que cumplir 19 años no es tan especial como los 16 o los 18 años, pero esperaba tener la misma ilusión que tengo cada año en esta fecha. Y, por más que lo pienso, no entiendo por qué me siento así. Me duele la tripa, me duele la cabeza, estoy demasiado cansada y baja de ánimo... Y no debería ser así. He tenido los mejores regalos que podía tener. Una llamada de mi tito, una tarde con mis amigos, un regalo de mis hermanos, felicitaciones a patadas, abrazos a montones y mi chico sigue diciéndome sus más dulces "te quiero".
Aunque solo hubiera sido por un día, me hubiera gustado estar bien hasta el final.

sábado, 22 de octubre de 2011

Con los pies fríos no se piensa bien

A altas horas de la noche, suelen ser los mejores momentos para pensar, para indagar dentro de tu cabeza a ver si encuentras soluciones a problemas y preguntas que rondan por tu cabeza. Durante el día surgen cosas, situaciones, momentos que te quitan esos periodos de tiempo que empleas para ti, y para tus pensamientos. Pero cuando llega la noche te encuentras solo, en una habitación oscura, tirado en una cama mirando al techo. Es entonces cuando nada ni nadie te molesta. Estás solo, solo con tus pensamientos. ¿Eso es bueno? Quizá sí, quizá no. En ocasiones esos momentos son los momentos clave en los que encuentras soluciones a mil problemas, pero en otras ocasiones, esos momentos solo sirven para pasar una noche en vela pensando en todo lo que podrías hacer, o quizá, todo lo que podría suceder; tanto si no haces nada, como si haces algo. Y pasan las horas, y el reloj avanza, mientras en tu cabeza no dejan de brotar más y más pensamientos, pensamientos incontrolados. Pensamientos que no preguntan antes de entrar, pensamientos que aparecen por que sí, aunque no tengan razonamiento alguno.
Es entonces cuando algunas personas, tras saber y vivir todo esto, odian las noches. Odian la soledad, odian tener momentos para ellos solos porque saben que no pueden huir a sus propios pensamientos.
Pero todo el mundo necesita pensar de vez en cuando, y sabes que es lo que hay que hacer, aunque no te guste. Porque si nadie pensara… ¿cómo estaría el mundo? Un mundo sin razón, sin lógica… Un caos.

Da igual

¿Que siempre digo lo mismo? Muy cierto.
Siempre digo que nada importa, que no tiene importancia, o que da igual.
¿Y es así? Lo dudo, pero tengo mis motivos para decirlo, o para sentirlo así. Si lo digo es porque siempre ha dado igual lo que yo diga, lo que yo piense, o lo que yo quiera. Siempre he estado a merced de todos, del mundo, y de cada una de las personas que habitan en él. Y no importaba lo que yo quisiera, lo que yo sintiera, o lo que mi corazón quisiera hacer. Eso no importaba cuando otra persona quería hacer lo contrario, pues eso sería lo que se haría.
Y me cansé.
Hace poco me cansé de todo esto. Me cansé de hacer lo que todo el mundo quiere, me cansé de decir lo que todos quieren escuchar. Me cansé, y se acabó.
¿Y qué pasa? Que todo el mundo se volvió en mi contra.
Ahora todo el mundo vive enfadado conmigo, ya sea por una cosa o por otra. Todo está decayendo en mi vida en cuanto a amigos, relaciones o familia… ¿Y todo por qué? ¿Por ser como realmente soy? ¿Por ser como nunca me dejaron ser?
Es muy triste darte cuenta de que la gente solo te quiere cuando sólo haces lo que ellos quieren, cuando solo les dices lo que ellos quieren escuchar. Es muy triste saber que realmente no te quieren por ser como eres, si no por ser como ellos quieren que seas.
¿Debería volver a ser la niña que todo el mundo usaba para lo que ellos quisieran? Puede ser, pero no lo haré.

Locura

Creo que me estoy volviendo loca…
No quiero sentirme así; quiero dejar de pensar, dejar de romperme la cabeza. Quiero dejar de pensar un día una cosa, y otro día otra. Quiero dejar de cambiar de sentimientos minuto a minuto. Quiero tener una maldita idea clara YA.
Nada está saliendo como yo esperaba… Nada me sale bien.
Siempre tuve claro que no puedes esperar nada de nadie, y aun así, lo hago… Y eso me hunde cada día más. Cada día que pasa, espero algo… y nunca recibo ese algo. Recibo diferentes cosas que me hacen volverme aún más loca.
Ya no sé qué pensar, qué hacer, qué esperar, qué sentir… Y cuando creo que tengo una idea clara, alguien la rompe. Alguien dice algo, alguien hace algo, y todas mis ideas se derrumban una vez más.
Quiero decidir algo, quiero terminar con este martirio que vive conmigo desde hace semanas. Y quiero terminar con ello ya…

Miedo

“Vane, tienes miedo”
Con esas tres palabras supiste definir todas mis dudas, todas mis comeduras de cabeza, todas mis noches en vela… No sé cómo lo haces, pero siempre sabes lo que ronda por mi cabeza. Ni si quiera necesito palabras para expresarlo, porque incluso, a veces, lo sabes hasta mejor que yo misma.
Miedo… ¿miedo a qué?
Miedo a decidir mal, miedo a elegir algo y arrepentirte después de un tiempo. Miedo a no saber decidir qué es lo correcto…
¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?
¿Por qué no podría decidir alguien por mí?
¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?
¿Por qué nadie puede ayudarme?
Me siento más que sola. No importa cuántas personas estén a mi alrededor… me siento sola aunque esté rodeada de amigos. Me siento sola continuamente. Y así me sentiré, por lo menos, hasta que haya aclarado mis ideas en cuanto a toda mi vida.
Odio ver la vida desde dos perspectivas. Quiero verlo todo desde un punto de vista frío, desde el punto de vista de mi cabeza, de mi razón, de mi coherencia. Pero cuando consigo ver las cosas fríamente, entra en juego mi corazón. Se mete por medio sin preguntar, y empieza a cambiar todos mis pensamientos. Los destroza, les da la vuelta completamente. Y me siento muy confusa… Ya ni si quiera sé cómo debería pensar las cosas. Ya no me creo nada. Ya no tengo ganas de nada. No tengo fuerzas para nada…
Y ahora, sólo me queda pensar, o quizá esperar…

Dudas

Ahora no sé cómo terminará todo... solo sé que nada cambiará entre nosotros.

Luchamos demasiado

Sé que hemos pasado por mucho dolor, y me hubiera gustado evitarlo en muchas ocasiones, pero… aún te necesito en mi vida. Te necesito esta noche, te necesito ahora mismo, te necesito a cada minuto del día… Y no sé si está bien o mal, pero me da igual.
Sé que muchas veces no utilizo las palabras correctas, al igual que tú; pero sé que algún día eso cambiará; o quizá no, pero nos habremos acostumbrado a ello… Tenemos que entendernos mejor para que todo salga bien…
Cuando estás aquí, todo es tan diferente… todo es tan bonito, tan perfecto… que me preocupa demasiado la idea de que sólo sea así por “aprovechar el tiempo”. No quisiera que todos los malos momentos pasen a estar presentes también cuando podamos vernos a diario, porque no sería capaz de soportarlo…
Por el momento, me mantengo en la línea de pensar que no será así, que una vez que podamos estar juntos a diario, todo será como es cuando tú estás aquí. Y no sé si debería ser tan “positiva” o no, pero lo prefiero así. Porque quiero que esto salga bien. Quiero pensar que saldrá bien. Luchamos demasiado por lo nuestro como para dejar que salga mal… ¿verdad?

Hoy, has hecho que me sienta única. No sé por qué ni cómo. Solo sé que no recuerdo haberme reído tanto en mucho, pero que mucho tiempo. Consigues que podamos estar hablando durante horas sin parar. Haces que siempre tenga ganas de hablar contigo. Me haces sentirme a gusto, incluso conmigo misma. Que pasaras tanto tiempo mirando todos mis detalles… mis sonrisas, mis ojos… ha hecho que me sienta extraña; pero extraña en plan bien.
Lo cierto es que no encuentro la forma de terminar esa frase que te dije, y que dejé a la mitad: “Jo, me haces sentir”… Y sigo sin poder terminarla.
Me encanta quedarme hasta las cuatro de la mañana sólo para reírme contigo unas horas más. Y espero que para la próxima vez no te preocupes tanto de mis horas de sueño. No tienen mayor importancia.
Quisiera decirte que yo sí me quedé por ti. Me quedé para hablar contigo. Pasé sueño, sólo para hacerte compañía. Y créeme, no me arrepiento, ni me preocupa dormir un par de horas menos. Me gusta más la idea de compartir un par de horas más contigo, que dos horas más durmiendo.
Prometo buscar mil y una formas de explicarte lo que es todo esto para mí, pero no prometo encontrarlas. Por el momento, quiero darte las gracias por todo lo que estás haciendo por mí. Por escucharme, por entenderme, por darme consejos, por apoyarme y por ser tan sincero conmigo.
No vuelvas a irte nunca. Nunca.

Reencuentros

No sé por qué nos distanciamos tanto hace algún tiempo, pero me alegro de que, por uno o por otro, ahora hablemos a diario.
He de confesarte que nunca olvidé aquellas partidas al Sacred, y mucho menos aquellas risas con Diego. Aún me acuerdo de cuántas tardes preferí quedarme en casa para jugar con vosotros, que salir a la calle y dar una vuelta. Nos pasábamos el día jugando los tres juntos, haciendo payasadas, y riéndonos hasta morir. Era perfecto. ¿Te acuerdas?
Hace poco me puse a pensar en cómo salió nuestra bobada de año nuevo, pero no consigo recordarlo. Probablemente fuera por alguna de nuestras tonterías, como de costumbre. Aunque, sinceramente, me alegro de ello. Me alegro de que alguna de nuestras tonterías, nos llevara a estar un poquito más unidos en esas fechas tan “importantes”. Mis navidades no son de lo más divertidas, sobretodo en año nuevo, y el hecho de que estés tan pendiente de mí en esos días, me ayuda mucho. De hecho, hasta haces que tenga ganas de que llegue, sólo para conseguir ganarte, y echarme unas risas contigo.
Me gustaría poder explicarte cuánto significa para mí que volvamos a hablar tanto como antes; y aunque lo intenté un par de veces y me dices que soy una exagerada, algún día lo entenderás. Algún día conseguiré explicártelo.
Ayer me di cuenta de que te pareces a mí más de lo que yo pensaba, y me encanta, porque sé que así podrás entenderme mejor, entender por qué hago cosas que los demás no entienden; al igual que yo podré entenderte a ti en casi todo lo que decidas contarme, o eso espero.
En cualquier caso, sólo quería decirte que me encanta que vuelvas a formar parte de mi vida, y yo de la tuya; aunque sea en una pequeña parte.

Te quiero

No sé por qué te preocupa tanto el hecho de por qué te quiero, y aunque jamás podré explicártelo tanto como quisiera, porque me faltan palabras para hacerlo; ni podré demostrártelo lo suficiente, porque me faltan años para conseguirlo; siempre puedo intentarlo día tras día hasta que me muera.
No sé ni por dónde empezar, porque podría resumírtelo con un “te quiero por ser tú” como tantas veces te dije, pero sé que no te vale. Es tanto lo que llevan escondidas esas cinco palabras… Ojalá lo supieras. Ojalá se pudieran demostrar todos estos sentimientos que llevo dentro, y todos son hacia ti…
A veces ni yo misma entiendo cómo puedo quererte tanto, simplemente, mi corazón lo hace. Ni si quiera me preguntó si podía quererte o no, sencillamente, lo hizo desde el primer día en el que hablamos, y aumentó el día en el que te vi por primera vez.
Sé que éste es un amor de los de verdad, de los de película, de los que duran para siempre a pesar de todas las tempestades que han surgido, y que surgirán.
Porque jamás llegué a entender cómo pude quererte tanto sin verte, ni sé por qué ahora daría hasta mi vida por la tuya. Pero así es. Porque te quiero.
Te quiero por ser como eres, por ser tan dulce, tan cariñoso conmigo. Te quiero por escucharme siempre que lo necesito. Te quiero por estar dispuesto a dejar todo de lado por mí. Te quiero por tragarte horas y horas de viaje solo por verme durante un fin de semana. Te quiero por darme la mano por la calle. Te quiero por esos besos en el ascensor. Te quiero por esas caricias de ternura. Te quiero por esos abrazos en el sofá. Te quiero por tener el detalle de compartir nuestro tiempo con mi familia. Te quiero por querer sorprenderme con mil y una sorpresas. Te quiero por todos esos regalos que me haces para que te recuerde. Te quiero por esforzarte en hacerme feliz. Te quiero por esas horas de charla durante la noche. Te quiero por acordarte de avisarme siempre que llegas tarde a casa. Te quiero por dejarme despertarte a diario. Te quiero por todas esas canciones que compartimos juntos. Te quiero por hacerme sentir a gusto en tu casa. Te quiero por dejar que me quite los zapatos en tu coche. Te quiero por querer enseñarme cada uno de los sitios bonitos que has conocido. Te quiero por dejar que imagine mi vida contigo a mi lado. Te quiero por cocinar para mí. Te quiero por querer mostrarme cómo será nuestra vida en un futuro con detalles tan sencillos como comprar el pan para casa…
Sencillamente, eres fácil de querer.

Gracias

He de decir que personas como tú son las que alegran la vida a la gente.
Hoy, me he sentido como nunca. Me encanta contarte mi vida, mis experiencias, y ver que me escuchas con tanta atención. Me encanta saber que te gusta conocer mi vida y mis sentimientos. Me encanta tener tanta confianza en ti, y saber que nunca me fallarás. Sé que puedo contarte mil y una cosas con la tranquilidad de que quedará entre tú y yo.
Sé que no esperas que te de las gracias por escucharme, y lo cierto es que probablemente ni si quiera debería hacerlo, pero… gracias. Gracias por escucharme durante horas. Gracias por sonreír cuando yo sonrío, por llorar cuando yo lloro. Gracias por ser mi confidente… En definitiva, gracias por ser mi amiga.

Querer

Querer es algo que hacemos sin pensar. Simplemente, lo haces y se acabó.
Cuando llega ese alguien a tu vida que te roba el corazón de un día para otro, y ni si quiera sabes por qué, es cuando empiezas a plantearte ese abanico de preguntas que existen referentes a dos palabras tan sencillas como un “te quiero”.
Un “¿por qué me quieres?” suele ser la pregunta que todos nos hacemos. Aunque lo cierto es, que preguntas como ésta no llegan a tu cabeza hasta que no te paras a pensar en todo lo que hace ese alguien por ti. Es entonces cuando te das cuenta de que alguien te quiere, y te preguntas por qué.
Tú sabes tus defectos, tú sabes tus fallos, tú sabes tus errores cometidos… y pasas a pensar que ese alguien te quiere porque aún no conoce esa faceta tuya. Y te entra miedo. Miedo a que te conozca, miedo a que sepa de tu vida, miedo a que deje de quererte por alguno de tus defectos.
Y aunque ese miedo existe, cuando tienes la certeza de que ese alguien es la persona con la que deseas compartir tu vida, sabes que no puedes tener secretos para ella. Y pasa el tiempo, y cada vez sabe más y más de ti. Y aún te quiere. Aún está contigo. Y la duda de “¿por qué me quiere?” aumenta por momentos.
Piensas que no te mereces tanto cariño, tanto amor. Pero ese alguien piensa que mereces todo ese afecto y mucho más. Y no lo entiendes. Y cuando llega el momento en el que le has dado tantas y tantas vueltas a esa pregunta que no puedes más, es cuando le preguntas a tu pareja: “¿por qué me quieres?”
Y nunca, nunca, encontrarás una respuesta que te deje satisfecho. Porque hay muchos motivos por los que querer a alguien. Motivos tan sencillos como el simple hecho de que te dirija la palabra o que te mire, sólo a ti, entre un montón de gente. Y nadie sabe explicar el amor que siente por otra persona tanto como quisiera.
El amor es así. Complicado, difícil, incomprensible, indescriptible…