Muchas veces en mi vida estuve tan segura de tantas cosas, que apenas necesitaba pararme a pensar en ellas. Y ahora… creo estar segura de muchas otras, me digo a mí misma que lo estoy haciendo bien, que así es como debe ser, por mucho que pueda dolerme. Pero no es así. Pienso, hablo, escribo, leo, descubro…
No te sientes como yo creía.
Te herí, te hice más daño del que pensaba que te causaría…
Sé que hice bien, sé que tuve que hacerlo, pero nunca quise hacerte daño. Estaba tan segura de que ahora estabas bien, de que ahora hacía las cosas bien. Y no es así. Estás mal, renunciaste a demasiado por mí aunque jamás te lo pedí. Y ahora no puedo hacer que recuperes esa parte de ti. No puedo pedirte que seas mi amigo, no puedo exigirte que estés a mi lado… ni si quiera puedo expresarte lo que siento.
Suena tan absurdo…
Me gustaría que la vida viniese con un manual en el que te explicase cómo hacer las cosas bien, cómo evitar hacer daño a una persona, y cómo hacer feliz a otra… pero no. Quiera o no, he de buscar soluciones a preguntas que cada día pasan por mi mente sin ningún libro que me diga cómo tengo que hacerlo o cómo no tengo que hacerlo.
Para mi bien o para mi mal, creo que hay cierto tipo de cosas que no se cuentan. Esos secretos que uno guarda para sí mismo en un diario, o en su propia mente. Cosas que uno mismo cree íntimas, y piensa que jamás deben ser desveladas a nadie.
No es que no confíe en ti, o que no quiera contártelo por ser tú… es que siempre habrá cosas que las guarde para mí. Tampoco puedo pedirte que lo entiendas, o que me entiendas… ni puedo pedirte que no te enfades. Pero si quieres estar conmigo, si quieres estar a mi lado y quieres ayudarme… no me lo pongas más difícil, solo ayúdame.
Trataré de hacer las cosas bien, de hacer las cosas como se supone que deben hacerse. Sé que nunca consigo que todo vaya bien, pero sí puedo decir que no es por no haberlo intentado…
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