miércoles, 13 de mayo de 2009

Pesadilla de madrugada

- Let’s go to the page…
El sonido de la puerta interrumpió a nuestra profesora de inglés.
- Perdón, Belén, ¿puedes salir un momento? – preguntó la secretaria.
Asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta, para cerrarla tras de sí al salir. Apenas un minuto más tarde, la puerta se abrió.
- Vanessa, ven un minuto. – Dijo la profesora, mirándome muy seria.
No contesté. Me dirigí hacia la puerta y salí. La secretaria que antes había llamado a la puerta, ya no estaba allí fuera.
- Ha llamado tu madre.
- ¿Para qué?
- Ha… tenido un accidente volviendo del médico.
- ¿Qué? ¿Está bien? ¿Qué ha pasado?
- Ella está bien. Es tu hermano. Él… - suspiró – ha muerto.
Mi cuerpo se quedó sin respiración. Mis músculos no respondían. Mi corazón ya no latía.
- Entiendo que quieras irte, que quieras ir a… verle. – prosiguió Belén. – Lo siento mucho.
- ¡No! No puede haber muerto, ¿no lo entiendes? Estaba enfadado conmigo, no puede morirse así, no puede irse así. ¡No quiero! – gritaba, mientras las lágrimas caían sobre mis mejillas - ¡No! No le dejaré irse sin que sepa que le quiero.
Mi profesora trataba de calmarme.
- Estoy segura de que él lo sabía. Tranquila…
- ¿Tranquila? ¿Que esté tranquila? Mi hermano ha muerto odiándome y pensando que yo estaba enfadada con él, ¿y me pides que esté tranquila? – mis manos temblaban y mis piernas empezaban a fallarme. Traté de tranquilizarme, suspiré, y añadí – Yo… Belén, tengo que… - las palabras apenas podían salir de mi boca – yo tengo… ¡tengo que avisar a todos!
Sin una palabra más, entré en clase. Subí a la tarima, quedándome al lado de la mesa del profesor y, dirigiéndome a la clase, suspiré. Mis ojos buscaron los de mi profesora, buscando, quizá, algo de apoyo. De nuevo, mirando a todos mis compañeros, las palabras empezaron a salir de mi boca.
- No sé muy bien cuántos conocéis a mi hermano, pero… ha muerto y… sólo quería que lo supierais.
Salí corriendo de clase llorando aún más, en busca de la clase en la que se encontraba Laury, su novia.
Me sequé las lágrimas antes de entrar, suspiré y llamé a la puerta.
- Perdón… ¿puedo entrar? Será solo un momento.
Todas las miradas de la clase se centraban en mí. Laury, Sanjo, Carlos y demás amigos, sonrieron al verme entrar y me saludaron con la mano. Desvié la mirada hacia la profesora, que me dejó entrar. Esta vez me quedé en la puerta.
Mis ojos se clavaron en los de Laury, mientras trataba de encontrar la manera más fácil de expresar mi situación, pero no la había.
- Mi hermano… Víctor… tuvo un accidente esta mañana. – Laury se levantó de golpe, asustada – ha muerto…
De nuevo salí corriendo. No quería ver caras tristes, ni quería escuchar el pésame de nadie. Sólo quería que mi hermano volviera.
Busqué la clase que acompañaba a mi hermano cada día, a sus compañeros, a sus amigos. Entré y, por última vez, las mismas palabras salieron de mi boca “mi hermano a muerto”…

Desperté, con respiración atacada y lágrimas en los ojos y en la almohada. Miré el reloj; las 7:30 de la mañana. Suspiré, aliviada. Sólo había sido una pesadilla.
No puedo perderte… no sin antes poder demostrarte que estaré a tu lado. No te odio, no estoy enfadada, sólo quiero lo mejor para ti… Perdóname…

1 comentario:

  1. ¡Qué horrible pesadilla, cariño! Tu subconsciente te está diciendo a su manera lo mismo que yo te dije antes de la fiesta del pueblo, que debes hablar con Víctor y aclarar las cosas.

    Sé que me vas a decir que ahora no hay quien hable con él... Si yo estoy igual de triste que tú por él. No parece nuestro Víctor...

    ¿Y si le escribimos una carta? Que tenga que leer hasta el final sin interrumpirnos para replicar, que pueda releer y reflexionar sobre las palabras...

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