Tumbada en mi cama, mirando al techo, con las sábanas cubriéndome hasta la cintura… y sólo puedo pensar en ti. Mi cuerpo y mi mente me dicen que debo dormir, que tres noches pensando son suficientes, que necesito descansar. Pero mi corazón me dice que no puede parar, que sólo sabe pensar en ti y que si no fuera por ti, dejaría de latir…
Suspiro.
Cierro los ojos. Te veo. ¿Por qué siempre estás ahí? Me pregunto si mi corazón miente, si podría vivir sin ti. Te olvido, te aparto de mi mente… Empieza a faltarme el aire y no siento nada, no siento las sábanas rozando mi cuerpo, ni mi corazón latiendo.
Me incorporo rápidamente, abro los ojos y te recuerdo. Vuelvo a sentir el aire entrando en mi cuerpo, y los suaves latidos de mi corazón en mi pecho. Entonces entiendo que te necesito. Que necesito tu mirada para sentirme querida, que necesito el roce de tu cuerpo para sentirme viva.
Suspiro.
Cada parte de mí añora tus caricias y espera un nuevo encuentro para saborear cada parte de tu cuerpo como si fuera la última vez. Recuerdo cada día a tu lado, cada palabra, cada gesto, cada mirada… Sé que jamás podré olvidarte, que nunca me iré de tu lado, pues comprendí que sin ti, mi corazón no quiere vivir.
Suspiro una última vez, para caer dormida en un sueño del que jamás te irás…
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