Y por fin, me fui.
Ya no estaré ahí para ti, ni para nadie. Ya no estaré para escuchar los problemas de todos y cada uno de mis amigos. Tampoco estaré para arreglar cada problema presente en mi vida, y en la de los demás. Ya no estaré para animaros en vuestros momentos difíciles, ni podré prestaros mi hombro cuando necesitéis llorar. Mi móvil ya no estará las 24 horas del día encendido y con volumen por si me necesitáis, ni iré corriendo a por vosotros con solo escuchar un “te necesito”. Ya no estaré para nadie, pero sólo porque ya no estoy entre vosotros.
Ahora, me toca a mí.
No debéis preocuparos por mí, pues aquí estaré bien. Sé que estáis dolidos, sé que lloráis por mí… pero no debéis. Ahora soy feliz. Por fin encontré mi liberación, y ahora, puedo sonreír de verdad. No penséis que lo hicisteis mal, ni penséis que os faltó más atención hacia mí. Siempre me gustó escuchar, ayudar y animar a los míos… Y no cambiaría nada de lo que hice, ni os cambiaría a ninguno de vosotros…
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